EXPERIENCIAS INSPIRADORAS: Proceso de acompañamiento a las poblaciones sobre los acuerdos de paz en Colombia, incluyendo la narración de la Red Cantoyaco que impulsa la producción comunicativa que versa con el tema central sobre el país que se puede construir en la etapa postconflicto.
Esta experiencia participó en el Concurso Contar para Encantar en el marco de la XV Asamblea General de ALER
¡Suenan Ondas de Paz! lo hemos pensado así, porque es una onda que arranca, que comienza a sonar a través de las radios para construir ese imaginario de paz que tenemos las comunidades sobre lo que escuchamos a diario de los diálogos de la Habana.
Del Acuerdo de Paz no teníamos una reflexión de lo que podía implicar estos acuerdos para el Putumayo, por eso para nosotros más que un proyecto es un aprendizaje, es encaminar ese imaginario que tenemos para construir paz en nuestros territorios.
Liverman Rengifo, Red CANTOYACO.
Pensar y movilizar a los y las ciudadanas putumayenses hacia la Paz fue el propósito que reunió a GRUPO COMUNICARTE con productores y directores de la Red de Radios Comunitarias del Putumayo CANTOYACO, jóvenes de colectivos de comunicación y mujeres de organizaciones sociales del departamento en el Centro de Creación de Contenidos Culturales del Putumayo en Puerto Caicedo (septiembre de 2016). El ejercicio inicial proponía informar y divulgar los contenidos de los Acuerdos de Paz que se adelantan en la Habana, Cuba, pero la reunión fue más allá y abrió espacio a la reflexión y al contraste con las realidades que vive la región. Así nació ¡Suenan Ondas de Paz! Ondas ciudadanas que transforman. El proyecto que avanza llegando a más puntos geográficos en la formación y fortalecimiento de reporteros de Paz. Los primeros equipos dieron cobertura al Valle del Sibundoy, Orito, Mocoa, Puerto Guzmán, Puerto Asís y Puerto Caicedo. El panorama es estimulante, pero, ¿Cómo la radio logra movilizar hacia la construcción de la Paz en una zona azotada y enquistada por la guerra y la violencia?
El departamento del Putumayo está ubicado al sur de Colombia en la región Amazónica. Tiene una superficie de 24.885 km² y se divide en 13 municipios en los que viven unos 342.000 habitantes. Su capital es la ciudad de Mocoa. Varias etnias indígenas habitan las ricas tierras del Putumayo, la mayoría perteneciente a los grupos inganos, pastos, awas, muruy, yanacona, huitotos, sionas, kofanes, kamentsa, coreguajes, quichuas y paeces. Al sur, los ríos Putumayo y San Miguel marcan las fronteras de Colombia con Perú y Ecuador[1].
La ubicación estratégica del Putumayo, sus condiciones geográficas, debilidad institucional y exuberantes riquezas naturales hacen que desde mediados de siglo XX sea epicentro del conflicto armado por la confrontación entre guerrillas, ejército, paramilitares y bandas criminales. En la década del 60 se posicionó la explotación del caucho y en este último siglo hay disputas por el control de la explotación del petróleo, de las zonas estratégicas de frontera con Perú y Ecuador, así como de la explotación y comercialización de la hoja de coca, el tráfico de estupefacientes, insumos y armas, entre otros. Su alto impacto en la violación de los Derechos Humanos, del Derecho Internacional Humanitario, especialmente con el país fronterizo de Ecuador, y la destrucción del pulmón amazónico han llamado la atención internacional, al ser uno de los departamentos más afectados por el conflicto en Colombia. El total de personas expulsadas del departamento desde 1985 a 2015, equivale a cerca del 60% de la población del departamento por cuenta de las masacres, desapariciones, reclutamiento armado, con un 30% de desempleo, afectación económica por la captación ilegal de dinero en pirámides, la erradicación forzada como las fumigaciones o las erradicaciones manuales no concertadas de los cultivos de coca, entre otras.
PAZ SIGNIFICA TIERRA Y TERRITORIO
A la luz de los acontecimientos y las vivencias, surge la pregunta: ¿Los medios comunitarios volverían a dar la misma cobertura a otro proceso de paz?
Desde 1996, ya los habitantes del Putumayo y los medios de comunicación habían vivido y pasados por varios procesos similares.
Putumayo requiere información, consenso de voluntades y participación. La construcción conjunta de cómo se van a operar los cinco puntos del Acuerdo de Paz en la región garantiza la seguridad a las familias y a la comunidad, es una de las premisas de los encuentros !Suenan Ondas de Paz!
Trazar la agenda de las realizaciones radiales inició con las jornadas de revisión de los seis puntos del Acuerdo de Paz en las que productores y directores de radio compartieron sus inquietudes, vivencias, experiencias de trabajo con las comunidades y las denuncias que se presentaban en los encuentros de las organizaciones sociales del Putumayo. El proceso revisó qué y cómo de lo propuesto en Cuba tenía relación, no solo con lo que se vive, sino con lo vivido en el Putumayo específicamente.
¿Por qué olvidar, si aún las heridas están abiertas? Dejaron huellas profundas y aprendizajes importantes para no repetir o para saber caminar este nuevo proceso que el gobierno propone, fueron palabras de Sara Fernández de Tejedoras de Vida en Puerto Caicedo.
ACUERDO DE PAZ EN LA HABANA (SEPTIEMBRE 2015)
- El Acceso y uso de la tierra.
- La participación política.
- El fin del conflicto.
- La solución al problema de las drogas ilícitas.
- Las víctimas y,
- La etapa de implementación, verificación y refrendación del Acuerdo.
El abordar el primer punto de la Política de Desarrollo Agrario Integral a la luz del Putumayo llevó a dividir y cubrir el territorio en cuatro frentes de uso y acceso a la tierra: el uso campesino, el uso indígena o ancestral, la tenencia y uso de los terratenientes, el uso minero o corporativo y el uso estatal de reserva o de parques nacionales.
Cinco producciones radiales de ¡Suenan Ondas de Paz! abordan esta realidad putumayense a través de las voces de líderes campesinos y sindicales que expresan la imposibilidad de hablar de Reforma Agraria porque ya el territorio está cedido a las petroleras y a la industria minera.
Este primer punto acordado en la Habana incluye también el desarrollo social del territorio en términos de educación, salud, erradicación de la pobreza, estímulo a la producción agropecuaria, a la economía solidaria y el sistema de seguridad alimentaria. En el tema educativo se habló de la rápida desaparición de las escuelas rurales, que no superan 20 niños en total, en esto incide el desplazamiento a las ciudades y cabeceras municipales, que en lo urbano representan sobrecupo y hacinamiento de estudiantes, para quienes por otro lado no hay suficientes docentes, y los que existen más que elegidos con criterio de calidad educativa, responden a cuotas políticas.
Frente a estas condiciones de la educación tradicional, el equipo de ¡Suenan Ondas de Paz! Propone abrir espacios radiales para crear la Cátedra de la Amazonía y el Putumayo que busca recuperar las lenguas y saberes ancestrales, así mismo aportar a una política educativa que priorice contenidos, que construya y visibilice espacios basados en vivencias para la paz.
Por su parte, abordar la realidad de la salud en el Putumayo es fundamental para alcanzar la paz. Contar con 14 pueblos indígenas, afrodescendientes y colonos como habitantes del territorio implica que las políticas de salud no solo se deben concertar con las instituciones prestadoras de servicios de salud aprobadas por el Estado, sino también con las máximas autoridades de la medicina ancestral, teniendo en cuenta que la comunidad acude a la medicina occidental solo como última instancia. Por ello es importante reconocer el valor sagrado que las comunidades indígenas le dan al cuerpo en su relación con la tierra y el territorio que son la vida. Un avance es la creación de la 5a zona de la mesa de salud del pueblo de Pasto, donde se ha creado el Instituto de Medicina Ancestral.
Otro aspecto incluido en el primer punto de la Política de Desarrollo Agrario Integral es la erradicación de la pobreza, que para la reflexión que nos ocupa se consideró la extrema riqueza en el territorio, ¿Qué es pobreza? ¿Para quién? Las pobrezas que miden los estándares nacionales, que se construyen más desde índices de hábitos de consumo, de acumulación y tenencia de bienes, pues no contemplan lo que sería pobreza; por ejemplo para las comunidades indígenas del Putumayo, las realidades que expresan pobreza son: hambre, ignorancia, analfabetismo, abandono, mendicidad, progreso, asistencialismo, subsidios del estado que lleva a una pobreza de espíritu y de compromiso con sus gentes.
Siguiendo con el primer punto, el Acuerdo contempla también el estímulo a la producción agropecuaria y a la economía solidaria.
Para empezar un aporte real al Proceso de Paz en el Putumayo en términos de economía a escala humana, se considera el valor y el costo de la producción de saberes, de memoria y de tradiciones. Entonces frente al Plan de Desarrollo Nacional en el Putumayo las comunidades articulan el Pladya (Plan Integral Amazónico) que moviliza las iniciativas económicas - productivas que promueven el valor y el consumo de lo local y lo ancestral, fortalecido además con los planes de vida familiar, comunitarios y veredales. En los encuentros del Pladya también se afianza un tema coyuntural como la soberanía alimentaria, que para el caso del Acuerdo de Paz de la Habana es denominado sistema de seguridad alimentaria.
Los pueblos indígenas y afrodescendientes del Putumayo definen como soberanía lo que se concibe desde la autonomía de priorizar los alimentos que la comunidad conoce, maneja y consume. En este sentido es primordial no repetir experiencias de animales y semillas traídos, asesorados por técnicos y profesionales que desconocen el territorio y rechazan o desechan la labor y la experiencia de las comunidades en lo agropecuario y lo organizativo para la economía. Pero recalca el equipo ¡Suenan Ondas de Paz! que para lograr estas condiciones de soberanía hay que garantizar ante todo la preservación de las condiciones de biodiversidad presentes en el territorio del Putumayo y la legitimación del valor de la vida en relación con la garantía de la misma vida en el planeta (Panamazonía).
MEMORIA Y RECONCILIACIÓN
Siendo el primer punto del Acuerdo de Paz el más álgido para el Putumayo, sigue en importancia para la cobertura en medios comunitarios, el cuarto punto: solución al problema de las drogas ilícitas. En el tema de sustitución de cultivos ilícitos, el grupo señala la importancia de recuperar y resaltar experiencias de sustitución. ¿Cómo fue la vida de quienes cultivaron antes, durante y después de la coca? Como solución al fenómeno se plantea considerar los dos usos de la hoja de coca, delimitar y recuperar la memoria de los dos procesos: la historia del uso ancestral de la coca y la historia del narcótico a base de coca. Los programas y políticas en este sentido deberán contemplar la creación de herramientas y estrategias de veeduría y control a los organismos que trabajan en la sustitución y solución, con el fin de garantizar que no refuercen el problema del tráfico de drogas ilícitas. El Acuerdo de la Habana propone programas de prevención, pero en contraste jóvenes del Colectivo Santiago del Alto Putumayo demuestran como hasta ahora estas son iniciativas que no salen de lo institucional, mientras afuera en los centros educativos crece el tráfico de drogas y la desesperación de jóvenes y familias que a solas y con vergüenza conviven con el problema. El colectivo de comunicación propone desde su experiencia el acompañamiento, la educación y el trabajo como un verdadero camino de paz.
Con un 60% de la población desplazada de sus territorios se podría decir que en el Putumayo todos han sido víctimas directas de la guerra. El quinto punto de los Acuerdos de la Habana habla de víctimas. Frente a este punto el equipo de producción expresa que el objetivo sería garantizar los Derechos Humanos de las víctimas y hacer un proceso de verdad que implique una memoria del desplazamiento forzado en el departamento en conexión con las realidades y regiones aledañas que han incidido en este fenómeno. En este entramado complejo que se configura la violencia, los puntos del acuerdo se entrelazan, y se considera coyuntural reflexionar sobre la mirada que tiene la comunidad de un Estado que empobrece y victimiza a través de ayudas asistencialistas como los subsidios ¿Todos somos víctimas? ¿En qué medida?
Luego de recorrer la guerra es indispensable visibilizar los ejercicios y experiencias de Resistencia Pacífica, a pesar del abandono del Estado. La política como estrategia podría crear programas que promuevan la reconciliación y la convivencia pacífica, de manera que aporte a derribar los muros que hacen los estereotipos y los estigmas a que se exponen las comunidades del Putumayo como maltratos, desplazamientos y el despojo de sus derechos para ejercer su ciudadanía.
Faltan por analizar dos puntos, fin del conflicto y participación política. En el caso del tercer ítem del Acuerdo de Paz de La Habana, fin del conflicto, el ejercicio evidenció más incertidumbres que horizontes para ayudar a definir el panorama, por ejemplo, en el tema de garantías de seguridad.
¿Las garantías de seguridad se plantean para las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Estado? ¿Qué garantías se dan para las comunidades? ¿Qué se entiende por seguridad para el final de conflicto y cómo se ejerce esa seguridad? ¿Qué pasa con el uso, tenencia y comercio de armas?
La participación política, el segundo punto del acuerdo, se refiere a los derechos y garantías para el ejercicio de la oposición. Los participantes durante los encuentros consideraron que la labor, comunicativa y de reportería se debía orientar hacia recuperar la memoria y reconstruir otros procesos de paz adelantados en Colombia y cómo se vivieron en el Putumayo. Recordar para no repetir, trazar y ser memoria es buscar las garantías para los actores y movimientos políticos; aún más para los que surjan.
Como medios comunitarios aportar los insumos informativos y las experiencias para que las comunidades y los actores políticos e institucionales brinden la capacidad que permita el diseño de medidas efectivas para promover mayor participación en el consenso de unas políticas de igualdad de oportunidades y condiciones, pensadas no en beneficio personal o particular, sino partiendo de los ejercicio que adelantan las comunidades en donde los planes de vida familiar, comunitarios y veredales son la primera plataforma de participación real. Desde estos espacios se puede hallar y reivindicar el valor de la familia como la base de la convivencia y de la vida social, económica y cultural en toda política, plan o programa que se piense para el territorio.
Para el diseño y ejercicio del punto de mecanismos democráticos de participación ciudadana se propone recuperar las experiencias de campañas políticas, sus procesos, resultados, trato y compromisos con las comunidades; en contraste se buscarán los ejercicios democráticos ancestrales. ¿Cómo se designan representantes en las comunidades indígenas? Y se pondrán a circular, a conversar la visión y las experiencias de mujeres, jóvenes, niños y niñas como aporte fundamental en el trazado de políticas públicas de participación política.
Por su lado, el punto de la participación política es una invitación a redistribuir equitativamente el mapa de los medios comerciales, de interés público, comunitario y educativo del Putumayo, en respuesta las necesidades de acordar la paz con los actores sociales. ¿En la actualidad qué cobertura y participación política tienen los medios comunitarios en comparación con los medios en manos de grupos armados?
!SUENAN ONDAS DE PAZ! COMO ESTRATEGIA MOVILIZADORA DE PAZ
Grupo COMUNICARTE comprendió que las producciones radiales investigadas por productores y directores de !Suenan Ondas de Paz! ameritaba el diseño de un manual de pedagogía para los Acuerdos de Paz como facilitador de la labor pedagógica y de reflexión en los audioforos que se realizan en las distintas comunidades y organizaciones sociales e instituciones a donde llega la estrategia.
Además de los reportajes radiales y el manual de pedagogía la estrategia se fortaleció con la producción y circulación de spots promocionales para radio y televisión, un documental de 15 minutos que da cuenta del proceso histórico de la Red de Emisoras Comunitarias CANTOYACO, sus retos y visiones sobre los Acuerdos de Paz de la Habana. A los resultados de la estrategia se suma la apertura de franjas temáticas en emisoras comerciales y comunitarias sobre los Acuerdos de Paz y al apoyo mediático en las parrillas de programación en torno al tema de la paz.
Este ejercicio de análisis e incidencia se amplia y se multiplica en los audioforos, que se han realizado en Puerto Guzmán dirigido a líderes y otro en Orito con personas indiferentes al Proceso de Paz o con poca o nula participación (amas de casa, campesinos, comerciantes). El espacio de debate y escucha mutua ha permitido la discusión de los puntos y continuaran apoyando la futura fase de implementación de los Acuerdos de Paz en el Putumayo. A través del diálogo los y las participantes se informan, reflexionan, analizan y comparten realidades comunes ligadas a los acuerdos de Paz, por ello quienes participan alcanzan con su palabra en común las propuestas que fijaran las agendas públicas para la paz y su incidencia en la construcción de políticas públicas en los seis puntos de los Acuerdos de Paz en Colombia y en el Putumayo.
APRENDIZAJES
Todo proceso o encuentro que abra puertas al diálogo para compartir lo que se es, el vivir, en lo que se cree, el cómo se concibe el mundo, las expresiones particulares espirituales... hace una invitación a reconocer e interactuar con algo tan nuestro que configura la esencia de los pueblos: nuestra identidad. Precisamente lo que la guerra en el Putumayo, convertida en el pan de cada día, fue desdibujando, fue volviendo invisible, cuando quienes habitan este territorio amazónico, al depender del narcotráfico, al convivir con los grupos armados, al enfrentar procesos extractivos y mineros, paulatinamente hicieron que este preciado insumo humano se fraccionara y se escondiera de la memoria, haciendo olvidar: ¿Quiénes somos?, ¿De dónde venimos? El camino andado, el dolor y la alegría, los lazos que les hicieron familia, amigos, escuela, pueblo, barrio, vereda, lo que les integraba a una comunidad; a una sociedad.
No es difícil hallar lo que nos une para tocar la vida de los escuchas, la radio como mediadora de creación y producción es una receta natural que permite que se alce el espíritu a través de la emancipación de la palabra en este momento histórico de Colombia y del Putumayo.
¡De estigmatizados a protagonistas en la construcción de la Paz, esto es el Buen vivir para la Amazonía colombiana y de Abya Yala, la patria grande
Crédito: Angela Patricia Sastre Católico[2]
Para leer más puedes acceder al Libro Siembras del buen vivir: Entre utopías y dilemas posibles. ALER, Asociación Latinoamericana de Educación y Comunicación Popular (2016). Quito – Ecuador