La Hora del Planeta

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Este fin de semana se celebra el Día Mundial de la Hora del Planeta. Esta fecha establecida por las Naciones Unidas es conmemorada cada último sábado del mes de marzo desde el año 2007. Para esta gestión, la fecha lleva como lema distintivo “Una Sola Tierra”, que fue el empleado en la Conferencia de Estocolmo, en la que hace medio siglo se colocó el problema del medioambiente en la agenda de urgencias del mundo.


Desde entonces, como es evidente, la situación se ha agravado. La crisis medioambiental ha adquirido una fisonomía muy definida, la del cambio climático y del calentamiento global. A pesar de que a lo largo de las décadas se ha establecido metas y se ha intentado cultivar consensos mundiales para cumplirlas; los resultados son muy poco alentadores.


En un informe sobre la crisis climática, el gobierno de Bolivia, advierte sobre una catástrofe en el caso de que la emisión mundial de gases de invernadero no empiece a disminuir significativamente en los próximos cinco años. Como ha sido establecido, la meta de mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C implica reducir a la mitad las emisiones anuales de gases de efecto invernadero para 2030.


Las consecuencias del cambio climático ya se dejan sentir desde hace años en los departamentos del Sur de Bolivia, manifiestos en la alteración y destrucción de ecosistemas y en un incremento de desastres naturales que afectan al sector campesino. Eso se traduce en mayor pobreza y vulnerabilidad y en particular de aquellos que viven en condiciones de pobreza, así como los pueblos indígenas cuya subsistencia está más directamente asociada con las condiciones medioambientales
Pero más allá de las condiciones y de las metas globales.

La Hora del Planeta, es una fecha que invita a observar las políticas nacionales, y dentro de ellas cobra especial importancia la situación de los defensores medioambientales. Como es sabido, estos defensores, que a menudo son ciudadanos líderes de pueblos indígenas, se encuentran desde hace años expuestos a diversas formas de violencia, que amenaza incluso sus vidas. Frente a eso todavía no hay una política firme y efectiva de protección.


Esta relativa pasividad, por lo demás, es un reflejo de una actitud general del Estado, que debe tener un papel decidido y efectivo en la ejecución de políticas de protección de nuestra Casa Común, lo cual incluye una rigurosa fiscalización del cumplimiento de normas y estándares también por los actores privados.


Esta es, una fecha que invita a la inquietud y a la cautela. El horizonte es en realidad amenazante e incierto mientras en Bolivia y los países denominados del primer mundo, no adopten seriamente el compromiso de ejecutar políticas y hacer cumplir medidas de cuidado de la Madre Tierra, más allá inclusive de las metas de mitigación del calentamiento global.


Adalit Arciénega Serrudo
Coordinador General de Medios de Comunicación de ACLO

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