Guatemala: Empieza juicio por el emblemático caso de la masacre de las Dos Erres

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Las Cruces, declarado como el municipio 334 de Guatemala según decreto ley 32- 2011, localizado a 71.8 kilómetros con carretera asfaltada a una hora y media aproximadamente de Ciudad Flores cabecera departamental de Petén,  lugar que guarda un pasado oscuro en la historia del  país y que ha marcado la vida de muchos de sus residentes, a unos 5 kilómetros del hoy municipio de las Cruces, se encuentra una finca denominada Los Conacastes, propiedad de los Mendoza, una familia adinerada que centra sus dominios en todo el norte del país, allí, existió un parcelamiento denominado las Dos Erres, misma que ahora existe en la memoria de quienes la conocieron.

El parcelamiento Las Dos Erres, en La Libertad Petén, fundada en 1978, en el contexto de la distribución gratuita de tierras fiscales por parte del Gobierno.

La agencia gubernamental de Fomento y Desarrollo Económico de Petén, autorizó en distintos sitios  lotes de tierra. En este lugar de La Libertad, se  dio permiso a repartir 100 caballerías de tierras  a Federico Aquino Ruano y Marcos Reyes, para cederlas en parcelas  de una, dos y cinco caballerías a quienes lo solicitaran.

A principios de 1982, varios miembros de la insurgente Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) realizaron acto de presencia en la zona. A mediados de ese año, en el mes de  septiembre se produjo una emboscada a las unidades militares, asesinando a 20  soldados del Ejército de Guatemala, confiscándoles el armamento y equipo militar, lo que hizo que se intensificara la presencia militar.

Ante esta situación, el Ejército organizó la Patrulla de Autodefensa Civil en Las Dos Erres, pero con el objetivo de que patrullaran aldeas fuera de su comunidad, como la aldea Las Cruces, hoy municipio de Las Cruces, cercana a la comunidad de Las Dos Erres. Ante la negativa de los habitantes de Las Dos Erres, que solo accedieron a defender su propia comunidad, el Ejército comenzó a difundir que los habitantes de esta aldea eran guerrilleros. Una de las pruebas aportadas eran los costales de frijoles con la marca FAR, iniciales de Federico Aquino Ruano.

Igualmente se corrió el rumor de que el Ejército bombardearía la aldea, por lo que esta fue abandonada temporalmente por varias familias.

Tras la  emboscada de la guerrilla, donde se causó la muerte de alrededor de 20 soldados y la pérdida de sus rifles y  datos de inteligencia militar, indicaron que los rifles podían estar en la zona de las Dos Erres, en aquel parcelamiento que era habitada por  aproximadamente 60 familias procedentes de varias regiones del país.

Altos mandos del Ejército desplegaron la patrulla especial para recuperar los rifles y darles una lección a los aldeanos.

Disfrazados de guerrilleros, la unidad de 20 hombres asaltó las Dos Erres entre el 5 y el 7 de diciembre, respaldada por una fuerza de apoyo de 40 comandos uniformados. Las tropas no encontraron ni los rifles ni evidencia de actividad guerrillera.

El operativo finalizó en un frenesí de violaciones, torturas y asesinatos que aniquiló a casi toda la población, a más 250  personas, entre niños, mujeres, hombres y ancianos, según expedientes judiciales guatemaltecos y estadounidenses.

Hoy familiares de las victimas recuerdan lo ocurrido  con gran pesar. Como Don Rodemiro Martínez, vecino del hoy municipio de las Cruces, quien  labora en un ministerio del Estado de Guatemala, injertando frutales en un vivero del Ministerio de Agricultura Ganaderia y Alimentación en el Subin, él es  familiar de una  de las víctimas de la masacre de las Dos Erres.

Así también es el caso doña Juana Gonzales, esposa de  don Valdomero Pineda, quien perdió a más de una decena de sus familiares, doña Juana que desempeña la labor de comadrona en la comunidad, sentada en su mecedora y con el acompañamiento de su pequeña nieta, aún recuerda por su nombre a cada una de las personas que encontraron en el pozo donde fueron arrojados después de asesinarlas.

A la fecha, en el cementerio de las Cruces, que se encuentra a unos 800 metros al noreste del Parque Central, se encuentran tres monumentos que recuerdan estos hechos, el pozo de la vergüenza, la cruz con sus respectivas placas con los nombres de las víctimas  y el mausoleo, todos ellos construidos con el apoyo de la Asociación de  Familiares de Detenidos y Desaparecidos de Guatemala (FANDEGUA), y particularmente el mausoleo  que contiene los osarios donde descansan los restos de más 220 víctimas de aquella masacre cometida por un escuadrón de Kaibiles del Ejército de Guatemala, fue apoyado por la Cruz Roja y la Comisión Presidencial Coordinadora de la Política del Ejecutivo en materia de Derechos Humanos, COPREDEH, en el año 2013.

Los familiares de las víctimas de las Dos Erres continúan luchando por el reconocimiento de la verdad de la justicia, luchan contra la impunidad.

Por estos hechos, ya fueron condenados 5 Kaibiles, el 6to, Santo López Alonzo, enfrenta ahora a la ley en juicio oral y público, acusado por el delito de asesinato, deberes contra la humanidad y supresión del estado civil en consurso real.

A diferencia de otros juicios contra el Ejército de Guatemala por masacres ocurridas durante el conflicto armado interno, este demostrará que existió un plan específico, que sólo el Estado Mayor del Ejército poodría coordinar y ejecutar.

A 36 años de la masacre, se ha confirmado que la aldea no tenía ninguna relación con grupos guerrilleros y que todas las personas que habitaban en la zona eran civiles no combatientes.

Carolina Rivas de Fger nos informa:

Fuente: Fger

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