ALER 2020 Carta desde el Futuro

Quito, Septiembre 22 de 2020 Año del Aniversario Número 48 de ALER

A cada persona que habita el territorio de América Latina y Caribe y a las que, sin habitarlo físicamente, lo vive:

ALER educa y comunica pasión por la vida. Lo hace desde sus radios, centros de comunicación, redes y coordinadoras nacionales, a lo largo y ancho del continente de América Latina y el Caribe, nuestra Abya Yala. Recoge los frutos de su proceso de innovación que comenzó en el año 2005, introduciendo un giro en la concepción del futuro de ALER en el continente.


Este giro se hace bajo la premisa del cambio de época, originado por la crisis del modelo de desarrollo industrial y cuyas evidencias se traducen en las múltiples crisis mundiales, tales como la ambiental, financiera, social, energética y alimentaria, que generan la vulnerabilidad de la vida en el planeta.

Desde mediados de la década del 2000, ALER vivía con apasionamiento y convicción crítica las transformaciones que en buena parte de nuestro continente se estaban dando. Estas transformaciones, que sin duda daban cuenta de largos procesos de lucha y acumulación de fuerza social, comenzaron a encontrar mejores escenarios y posibilidades de avance, en el marco de la aparatosa crisis del sistema y cuyos signos evidenciaban una crisis civilizatoria. Vivimos hoy la multiplicación y profundización de procesos sociales, culturales, económicos y políticos, que tienen por horizonte y fin último la construcción de comunidades felices con modos de vida sostenibles, mediante el desarrollo de potencialidades y talentos locales, así como personas felices por lo que son, por lo que viven en comunidad.



En la América emergente gana espacio el paradigma del Buen Vivir, como alternativa al desarrollo.

 

Desde la perspectiva biocéntrica de este paradigma, la sostenibilidad implica cultivar las relaciones, los significados y prácticas que generan sustento y dan sentido a todas las formas y modos de vida. El Buen Vivir significa otra filosofía de vida en la cual no hay un estado superior a aspirar, ni un estado inferior a superar.

 

Cada comunidad imagina, acuerda y construye sus modos de vida. En síntesis, todo lo que ha sido organizado para el “desarrollo”,¡ahora es reorientado para la vida!

 

“Buen Vivir” se traduce en un imperativo ético y en redes de solidaridad para superar las desigualdades, devolver la dignidad y recuperar la identidad de las personas como parte de sus comunidades y su pueblo. Promueve una sociedad donde estén presentes el bien común, la solidaridad, la igualdad, la justicia, la pacífica convivencia.

 

Es una invitación a relacionarse de un modo distinto con el otro, aceptando y respetando tanto la igualdad como las diferencias.


Entre retrocesos y avances, tensiones y acuerdos, rupturas y construcciones, nuestra América Latina ha logrado contener muchas de las prácticas del modelo neoliberal, como expresión más reciente del orden capitalista. Es en este contexto que compartimos el paisaje político, económico, social, institucional y ambiental de este continente que venimos construyendo mediante múltiples formas de resistencia y propuesta creativa.

La última década estuvo marcada por fuertes conflictos por la disputa de poder entre el funcionamiento del Estado democrático y los grupos económicos, con participación de partidos políticos, oligopolios o monopolios mediáticos y movimientos sociales, con gran presencia de actores internacionales.

En esta disputa se han empoderado nuevas expresiones ciudadanas, de jóvenes, mujeres, indígenas, grupos campesinos, entre otros, con una mayor incidencia en las políticas públicas orientadas al Buen Vivir, tanto en los gobiernos nacionales como locales.

 

Esos sujetos políticos han venido reconstituyendo sus relaciones y sus procesos organizativos en los espacios locales, con la finalidad de reconstruir los poderes populares para una convivencia más justa.

 

El colapso de la hegemonía de Estados Unidos se ha convertido en una oportunidad para ampliar la soberanía en América Latina y facilitar nuevas relaciones de integración y cooperación horizontal entre los países.

 

Es en este contexto que las fuerzas sociales emergentes impulsan la llegada de sectores progresistas a los gobiernos, propiciando nuevas concepciones de Estado, a través de cambios en las constituciones políticas de algunos países, recuperando así parte de la soberanía perdida en décadas anteriores.


La participación ciudadana se ha fortalecido. Organizaciones sociales o movimientos populares participan en la toma de decisiones de los organismos Estatales que modifican sus prácticas y estructuras para viabilizar esta participación.

 

Lo anterior aunado a una mayor auditoría ciudadana, disminuye la corrupción y promueve la transparencia en la inversión social y pública. Se han incrementado las redes y los espacios para el ejercicio de la democracia participativa y deliberativa, que buscan diversas formas para deslegitimar la visión mercadológica de mundo que algunos sectores económicos aún promueven.

En contraposición a las sociedades de mercado, los movimientos sociales y algunos organismos de los Estados están impulsando iniciativas de economía solidaria y sistemas de producción local sostenibles, evidenciando el fracaso de los tratados de libre comercio, los cuales, hace diez años contribuyeron a la concentración de la riqueza en monopolios internacionales y aumentaron la brecha entre ricos y pobres.

No obstante algunos gobiernos de la región se mantienen vinculados e incluso subordinados a grandes intereses económicos y financieros.

Es preocupante que los monopolios vinculados al extractivismo de los recursos naturales continúan con sus prácticas agresivas e insostenibles, aunque el ritmo se ha reducido debido a una mayor resistencia de los movimientos sociales.

Este modelo está fuertemente cuestionado, dada la gravedad de las señales de colapso de los ecosistemas, entre ellos, el cambio climático y los conflictos por el acceso a los recursos vitales para la existencia, como el agua y los bosques que han sido privatizados.

Ocho años después de la cumbre de Río+20, donde el paradigma del desarrollo sostenible fue remplazado por el paradigma de la “economía verde”, la crisis ambiental continua agudizándose, dado que la mercantilización de la naturaleza no podría ser una solución para el problema causado por el mismo modelo económico.

 

Tal como ocurrió con los acuerdos de Kioto, pues no se cumplieron las metas de reducción de los gases de efecto invernadero por parte de los países industrializados, trasladando la responsabilidad a los países no industrializados.

En décadas anteriores, los movimientos sociales de cada país se incorporaron a espacios regionales, tales como los Foros Sociales Mundiales, las Cumbres de los Pueblos y los Movimientos de Indignados, permitiendo un gran aporte a la convergencia de pensamientos y prácticas basadas en nuevos enfoques y valores; cobraron fuerza la reivindicación de derechos humanos, especialmente los derechos de las personas migrantes, indígenas, jóvenes, niños, niñas, adolescentes, homosexuales, transexuales y mujeres.

 

También han cobrado relevancia valores como la interculturalidad, inclusión y participación de grupos vulnerables.

Tenemos que reconocer también que cuestiones como la corrupción, el tráfico de drogas y la emergencia de narcos estados, así como el crimen organizado, la violación de los derechos de las personas migrantes, la trata de personas y los índices de violencia contra las mujeres y la niñez, siguen siendo realidades que atentan, día a día, contra la posibilidad de una convivencia democrática, respetuosa y libre.

Se mantienen altos niveles de pobreza, vulnerabilidad y desigualdad. Aunque son distintas las condiciones en los países de la región, según sus respectivos procesos políticos. Mientras que en algunos se avanza hacia la conquista de derechos, en otros se mantiene la implementación de políticas neoliberales, como la tercerización del empleo y legislaciones laborales que rompen con el contrato laboral justo; así es como se propicia la movilidad global al capital, a la vez que se genera vulnerabilidad al trabajo local, precariedad e inestabilidad para los trabajadores. Sigue la migración del campo a la ciudad, y hacia países con economías más fuertes.

Las barreras impuestas por los gobiernos de los países del norte para el libre flujo migratorio provocan violaciones a los derechos humanos. En contraposición, algunos países latinoamericanos vienen desarrollando políticas migratorias que favorecen la movilidad humana y el ejercicio de sus derechos.

Hemos visto en la última década los cambios en los polos económicos, especialmente el fortalecimiento de la posición de China en los mercados comerciales y financieros mundiales. Al mismo tiempo que avanza la integración latinoamericana, hemos visto con preocupación algunas políticas expansionistas neocoloniales promovidas por grupos de poder que se han convertido en una amenaza para la integración con equidad de los pueblos.

 

Sin embargo, en muchos países de nuestro continente observamos logros muy significativos en la definición de nuevas políticas y prácticas económicas que no son copiadas desde un modelo único, sino que se fueron construyendo desde los talentos de hombres y mujeres indispensables para la generación de un bienestar compartido.

La hegemonía de Estados Unidos en la región, representada por un conjunto de instituciones, se encuentra en una crisis de legitimidad, mientras se fortalece la nueva institucionalidad surgida desde la propia realidad política regional. Los procesos de integración regional, como la Unión de Naciones del Sur (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), impulsados ya desde hace más de una década, han logrado al día de hoy avances muy significativos en diversos campos.

Un ejemplo de ello es el fortalecimiento y buena marcha del Banco del Sur y de Consejos como el de Políticas Sociales. Otros ejemplos son las experiencias de integración económica en mercados y circuitos financieros solidarios, que dan ya sus primeras señales positivas a escala latinoamericana.

Latinoamérica es todavía desigual, injusta y violenta en lo social y degradada ambientalmente; sin embargo, la última esperanza de la región reposa en las potencialidades de sus pueblos.

 

Si las fuerzas sociales mantienen sus luchas por la conquista de derechos y su incidencia en las políticas públicas, en las próximas décadas América Latina podría revertir su estatus de la región más desigual del planeta.

La fuerte tendencia en la Iglesia Católica, al igual que en otras iglesias y grupos religiosos, a prácticas más ritualistas y opciones políticas de derecha y conservadoras, ha tenido un contrapeso en pensamientos y prácticas con alto sentido de trascendencia, de sectores comprometidos con la realidad y los destinos de los más humildes. Estos sectores promueven valores trascendentes propios de la visión cristiana en un mundo cada vez más secular y post cristiano, donde el fin es construir comunidades felices con modos de vida sostenibles.

 

Por otra parte, prácticas más ecuménicas y en armonía con el entorno cobran relevancia y significación en comunidades y grupos vulnerables.

En educación y comunicación el foco del esfuerzo está en la transformación de los modelos predominantes hacia paradigmas para los cuales el contexto es la referencia, la interacción es la estrategia y la ética es el compromiso con la vida. De ahí están emergiendo múltiples experiencias de educación y comunicación para la vida en contraste con la educación y comunicación para el desarrollo.

En el campo de la comunicación, la “ola” de formulación de marcos normativos que favorecieron la redistribución del espectro radioeléctrico analógico y digital, la producción de contenidos locales y nacionales, las políticas de acceso y conectividad universal y a bajo costo a Internet de buena calidad, presionó con fuerza una tendencia en todo el continente. Son contados los países de América Latina y Caribe que no cuentan al día de hoy con leyes democratizadoras de la comunicación y este ha sido sin duda el gran avance y el gran desafío de la década.

 

El escenario se ha diversificado, las oportunidades para la democratización y la pluralidad de voces se han multiplicado.

 

Las organizaciones, movimientos y diversos sectores sociales se han esforzado para aprovecharlas, pero el desafío para profundizar y aplicar estas nuevas conquistas sigue vigente.


A pesar de ello, la capacidad de influencia de los medios populares se manifiesta en el desarrollo y posicionamiento de una agenda con temas de interés prioritario para los diversos sectores de la sociedad: democracia y soberanía, internacionalidad, ambiente, género, economías alternativas, derechos humanos, entre otros.

 

La capacidad de estos medios de estar al ritmo de la lucha histórica de nuestros pueblos se pone de manifiesto hoy con mayores alcances y profundidad.

Seguimos viviendo fuertes conflictos con los monopolios mediáticos empresariales que han visto seriamente afectados sus intereses y que siguen encontrando todo tipo de argucias y caminos “legales” para impedir la desconcentración en la propiedad de los medios en nuestro continente.

Las tecnologías de información y comunicación se han desarrollado en esta última década aún más aceleradamente y, en gran parte debido a los nuevos marcos normativos existentes; los Estados han tenido que priorizar e invertir en estrategias de acceso y conectividad para regiones y comunidades apartadas.

 

Se han creado grandes plataformas tecnológicas y redes informáticas. Se ha logrado interesantes avances en la investigación, creación, construcción, desarrollo y aplicación de sus propias tecnologías.

 

En algunos países se ha avanzado en nuevas formas de participación ciudadana mediante el uso creativo y crítico de las nuevas tecnologías, así como el impulso de los saberes libres. Durante la última década algunos Estados han insistido en fortalecer sus soberanías y siguen intentando dotarse de normativas e implementar políticas que aseguren la inclusión de su población en los beneficios del desarrollo tecnológico.


La mayorías populares que ya en la década anterior dieron sus primeros pasos en el uso de las nuevas tecnologías, se van apropiado y las incorporan a favor de establecer flujos de información y elaboración de contenidos de sus agendas locales, regionales y continentales, propiciando lógicas diferentes en la gestión del conocimiento.

 

Desdeestos espacios se ha ampliado la posibilidad de apoyo y formación a muchas organizaciones, comunidades y sectores de la población que hoy usan las posibilidades tecnológicas para participar de modo sostenido y crítico en los procesos de gestión de sus territorios, de sus escenarios y de su vida cotidiana.


También fue un frente de lucha combatir la presión que ejercieron las industrias culturales hacia nuestros gobiernos para regular la creación y circulación de productos culturales por parte de los ciudadanos.

 

Durante estos años existieron múltiples proyectos de ley a nivel mundial promovidos por corporaciones para controlar y regular el contenido que las personas comparten en Internet, bajo el nombre de “combatir la piratería”, limitando la posibilidad de generar y compartir conocimiento libre, disponer de medios propios y contribuir a la transformación en el mundo de la comunicación y de la educación.

 

En el campo de la educación, las corrientes por una educación pública gratuita, significativa y relevante para tod@s, que se hicieron muy visibles hace una década, han ganado fuerza y han logrado incidir de manera positiva en la construcción de políticas públicas que garanticen el ejercicio del derecho a la educación, en un buen número de países de la región.

 

El desarrollo de propuestas de educación plurinacional, intercultural, con perspectiva de género, de convivencia no-violenta y no discriminatoria, se ha fortalecido, y el esfuerzo de los movimientos sociales ha conseguido que contemos hoy con varias políticas oficiales que han integrado ya, de manera universal, elementos significativos de estas propuestas. Los movimientos estudiantiles, tal como la eclosión en Chile, en contra del modelo neoliberal de privatización de la educación, en lucha por una educación gratuita, significativa y relevante, se fortalecieron, sumándose muchas otras organizaciones locales, nacionales y mundiales.

 

Se levantaron muchos movimientos liderados por jóvenes en diversos países de Latinoamérica, logrando cambios sustantivos, no sólo en materia educativa, sino también en otras materias sociales.


Los movimientos de mujeres iniciados en los años 60, cuestionando la sociedad patriarcal y promoviendo la perspectiva de género, para la interpretación de los problemas contemporáneos y desafíos emergentes, ampliaron sus niveles de incidencia en la construcción de sociedades más equitativas, en la formulación de políticas públicas, en la educación, en su participación en espacios políticos y en la defensa del ambiente, entre otros.


A pesar de ello, el Banco Mundial mantiene todavía una influencia importante en la orientación de la política educativa en algunos países del continente, bajo un enfoque de competencias, completamente funcional al mercado y a la productividad, como ha sido por varias décadas.

En los procesos anteriormente descritos ALER participó inspirada en la misión acordada en el 2012: Educar y Comunicar Pasión por la Vida. Esta última década ha estado marcada por un esfuerzo sostenido de implementación de estrategias de articulación y alianzas que fortalecieron sus niveles de correspondencia con el contexto, aún signado por el cambio de época. También implementó un conjunto de estrategias que movilizaron la imaginación, capacidad y compromiso de las socias, en torno a la nueva misión, consolidando su coherencia interna y, en ese marco, su identidad y corresponsabilidad asociativa.

ALER ha ampliado y consolidado su trabajo en plataformas, colectivos, redes y alianzas regionales e internacionales, como espacios donde se encuentran distintas miradas del mundo, se construye colectivamente y se busca, efectivamente, incidir en los procesos de transformación desde el paradigma de Buen Vivir.

ALER se ha fortalecido como actor político regional. En el 2020 se ha constituido como un referente importante en las disputas de poder y de sentido en los campos de la educación y la comunicación en el continente. Ha profundizado sus vínculos con los movimientos sociales como plataforma de comunicación y educación que acompaña y apoya las luchas por sus derechos.

ALER ratificó su apuesta por una comunicación popular para la vida y, bajo este horizonte, ha definido una agenda que ordena su trabajo de alianzas, elabora estrategias comunicativas, de programación y producción, de formación e investigación, de políticas públicas de comunicación, desarrollo tecnológico y todas las demás líneas de trabajo que se llevan adelante desde el espacio regional.

Durante la década pasada se consolidó un proceso sostenido de formación/capacitación a partir del interés de más socias, coordinadoras, redes, centros de producción y comunicación en el proceso 2020.

 

Este proceso de formación que no sólo ha comprometido a las socias directas de ALER, sino a muchas otros actores del continente, se hace evidente en los cambios de contenidos en las agendas comunicativas, en el manejo de nuevos lenguajes y sentidos, en una manera abierta y más libre de plantear la lectura de contextos, convirtiendo a las radios en renovados espacios de lucha y de participación ciudadana, ejercicio que estaba restringido una década atrás, por las corrientes que dominaban a la gran mayoría de los medios de comunicación, desde la visión de mercado.

La mayoría de las socias incorporó los resultados del proceso 2020 y consolidó su Proyecto Político Comunicativo; del mismo modo asumieron las estrategias acordadas en el Encuentro Latinoamericano de Comunicación y Buen Vivir, en el año 2012, y que fueron socializadas y asumidas por la Asamblea General de ese mismo año.

La mayoría de las socias se afianzaron en su rol de estimular, acompañar y divulgar las diversas experiencias locales del Buen Vivir que emergieron en la última década.

 

Estas prácticas crearon un renovado lazo entre las socias, su participación en redes y en especial de su participación en ALER continental donde encuentran un espacio para la reflexión, la inspiración y los aprendizajes. También emergió el estímulo para innovar constantemente con nuevas prácticas inspiradas desde su inserción en losmovimientos emergentes.


Ha sido una década de debates, de decisiones, de reconfiguración de la Asociación.


Hemos ganado en una identidad común, desde la diversidad de nuestras prácticas, hemos establecido una gestión en red, descentralizada, que ha propiciado la mayor participación en diferentes niveles de las socias y las instituciones vinculadas.

 

Hemos experimentado un cambio de estructura y de modo de funcionamiento que nos ha abierto a tener mayor presencia y cercanía entre las socias y las instancias de ALER y de estas con los movimientos sociales.


Los desarrollos de la plataforma tecnológica de interconexión de ALER que ejecutamos en el 2011 y 2012 fueron superados logrando construir una plataforma mas amplia, mas versátil y sostenible, permitiendo que nuestras radios y otras aliadas, tengan la posibilidad de conectarse a la plataforma y de interconectarse entre ellas, dando una respuesta para la democratización de la comunicación usando los avances tecnológicos.

La anunciada digitalización de la radio y la televisión se ha dado gradualmente, los países han concretado el apagón analógico, pero la mayoría se encuentran en el proceso de cambio.

 

Existe una permanente tensión entre las fuerzas del mercado y los movimientos por la democratización de las comunicaciones con lo cuales ALER está fuertemente comprometida. La convergencia tecnológica implica nuevos desafíos y posibilidades que estamos enfrentando.

 

En este contexto ALER ayudó a la comprensión y al mejor aprovechamiento de esta oportunidad.


Como Asociación nos hemos esforzado para actualizarnos y apropiarnos de las nuevas tecnologías de información y comunicación. Esto de la mano de procesos formativos para fomentar la creatividad y la capacidad de las asociadas para producir nuevos formatos radiofónicos que incidan en la población.

La sostenibilidad financiera de las socias ha requerido desarrollar estrategias de mercadeo, sin perder nuestra identidad o negociar nuestros valores, estableciendo relaciones estratégicas y comerciales con empresas que se interesan en invertir en el bienestar de las comunidades. De igual manera, han desarrollado nuevas alianzas con actores públicos y privados, nacionales e internacionales, tales como instituciones de gobierno y agencias de cooperación. Esto les ha permitido explorar nuevas fuentes de financiamiento en las modalidades de convenios, ventas de servicios, fondos concursables, proyectos de cooperación, entre otros.

Los logros mencionados en esta carta han sido posibles por el trabajo de las socias que participaron en el proceso 2020, trabajando en redes, ampliando su cobertura, haciendo uso creativo de las nuevas tecnologías, buscando experticias externas para orientar mejor su trabajo, investigando problemáticas del contexto, desarrollando procesos de formación permanente, conquistando nuevos públicos desde su realidad cotidiana, haciendo nuevas alianzas con actores afines, convirtiéndose en actores políticos relevantes, acompañando a organizaciones, comunidades y movimientos sociales, aportando en la creación de redes de radios y participando en asociaciones
de radios locales, nacionales y continentales.

 

Es así como ALER y sus socias participan en las luchas por el derecho a la comunicación y educación, mediante la denuncia, la resistencia, la propuesta y el acompañamiento en procesos de construcción de comunidades felices con modos de vida sostenibles.


Esta carta sintetizó nuestro contrato social con los pueblos de Abya Yala, es nuestra contribución para mantener viva la esperanza, que es lo primero que se busca.

 

Para ALER, América Latina y el Caribe sigue siendo el continente de la esperanza.


Considerando que sin emoción no hay pasión y que sin pasión no hay compromiso, nos declaramos educadoras/educadores y comunicadoras/comunicadores para la vida y la felicidad de los pueblos.

Con un abrazo siempre fraterno y solidario,
ALER