La concentración de medios se define como “un incremento en la presencia de una empresa o de un reducido número de empresas de comunicación en cualquier mercado como consecuencia de varios procesos: adquisiciones, fusiones, convenios con otras compañías o, incluso, la desaparición de competidores”. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, una de las grandes dificultades para identificar la concentración es la variedad en la programación e información, pero se evidencia una diferencia entre las empresas mediáticas que generan la noticia y la que únicamente distribuye o "vende".
Este proceso de mercantilización de la información además de atentar contra la democratización de la comunicación, también repercute en la cantidad de países que son tomados como fuentes, registrándose en el estudio “Concentración de medios y libertad de expresión: Normas globales y consecuencias para las Américas” de la UNESCO, donde se revelan niveles más bajos de trabajos vinculados al periodismo de investigación, incluso más que en el siglo pasado.
Entre las repercusiones más notorias, se muestra el control del equivalente moderno de la plaza pública, el espacio donde tienen lugar la discusión y el debate social. Generando un desequilibrio entre los derechos del "hablante y el oyente". Lo cual, amenaza a la libertad de expresión, el derecho a la comunicación y por lo tanto a la democracia.
Justamente, porque el derecho a la libertad de expresión es multidimensional. Según la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), este derecho “no sólo incluye el derecho de quien se expresa (derecho a “impartir” ideas e información), sino también de quien escucha (derecho a “buscar y recibir” informaciones e ideas)”.
Una ciudadanía activa necesita, por tanto, la presencia de varias voces y perspectivas en el debate sobre lo público. Al existir concentración se pone en peligro la representación de todo el arco de ideas que debería mostrar de forma plural las opiniones de los diferentes grupos culturales, políticos y sociales.
Es obligación de los Estados generar y promover la diversidad y pluralismo de voces con mecanismos que apoyen la creación y sostenibilidad de medios de comunicación. Es aquí, donde resalta la importancia de la labor los medios comunitarios, los cuales, como lo mención el informe “Estándares de libertad de expresión para la radiodifusión libre e incluyente” publicado en el 2010, debe contemplar condiciones para la “igualdad en el ejercicio de la libertad de expresión, que requiere tres componentes: pluralidad de voces (medidas antimonopólicas), diversidad de las voces (medidas de inclusión social) y no discriminación (acceso en condiciones de igualdad a los procesos de asignación de frecuencias)”.
Por ello, es necesario generar un modelo diferente y alternativo de comunicación en el que no prime la economía. Porque la información generada por estos grandes medios es filtrada por las corporaciones multinacionales, los cuales, se ajustan a los intereses de sus anunciantes (sean estos políticos o económicos).
En el caso de la radiodifusión en América Latina se ha privilegiado históricamente en un modelo predominantemente comercial, dejando sin la atención merecida a la comunicación comunitaria y aquella de servicio público. Según el documento “Tendencias mundiales de Libertad de Expresión y Desarrollo de los Medios” publicado en el 2014 por la UNESCO, la concentración comercial de los medios “no sólo afectan la pluralidad informativa, sino que, al permitir el control de la información y permear a la opinión pública, cuando se ejerce por personas, empresas y grupos económicos privados, también pueden adquirir un poder incluso superior al que ejercen las instituciones políticas. La concentración genera poderes fácticos que determinan la agenda pública y el impacto de los medios en los espacios del poder político para privilegiar sus intereses”.
El proceso de concentración mediática riñe con las normas internacionales del derecho a la libertad de expresión protegido por la Declaración Universal de los Derechos Humanos; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; la Convención Americana sobre los Derechos Humanos entre otros instrumentos internacionales.
En una sentencia de la CIDH “la pluralidad de medios o informativa constituye una efectiva garantía de la libertad de expresión, existiendo un deber del Estado de proteger y garantizar”. Mientras los Estados tienen deudas en esta materia, los medios de comunicación comunitarios siguen luchando y resistiendo para brindar a la ciudadanía esa multiplicidad de voces.
Leer documento completo: “Concentración de medios y libertad de expresión: Normas globales y consecuencias para las Américas”
Redacción: Johana Peña