Venimos presenciando muchas movilizaciones relacionadas con la educación y para muestra un botón: por más de 3 días en Costa Rica se exige el respeto de un presupuesto digno, que se detengan los recortes y la participación de las empresas privadas en las políticas educativas.
En Centroamérica, Honduras no se queda atrás, durante semanas demandan a Juan Orlando Hernández que no se trafique con los derechos humanos como la educación y salud. Mientras, que Brasil realiza el paro nacional protesta contra la reforma a las pensiones, el recorte de recursos para ciencia, educación que impulsa Jair Bolsonaro.
En Chile siguen los llamados a las reivindicaciones del magisterio que incluyen la eliminación de la doble evaluación de docentes, la titularidad de las horas de extensión y el pago a docentes de primera infancia.
Podemos nombrar más países en los que estudiantes de educación primaria, secundaria y universitaria, así como docentes recurren a las calles a exigir el reconocimiento del derecho humano a la educación de calidad, gratuita y pública.
La educación es un derecho, pero para las empresas transnacionales resulta un negocio, veamos ¿por qué? no sólo porque pueden ofrecer editoriales para producir los libros de textos y consultas.
A las empresas privadas les apetece la educación no sólo porque hacen programas informáticos que responden a sus propios intereses, la educación la quieren como un negocio no sólo porque disponen de jugosos presupuestos públicos destinados a la enseñanza, la infraestructura, comedores, laboratorios, transporte.
Quieren privatizar la educación porque desde los contenidos se enseña a pensar, a cuestionar o en cambio a resignarse, se despierta el ojo crítico o por el contrario se acepta con resignación, y se nos enseña a la productividad, a ocupar puestos laborales que poco disputan un marco democrático y de equidad social en lugar de intercambiar experiencias para una formación integral.
La educación es como una puerta, o una ventana, que nos deja aprender todos los demás derechos, es donde aprendemos sobre el derecho a la salud, a la comunicación, a una vida libre de violencia por nombrar algunos.
Recortar dinero público para educación, es recortar derechos, achicar el gasto público es beneficiar a las empresas privadas que ven con afán de lucro y mercancía, lo que en definitiva es un derecho y le compete al Estado.
Las calles llenas de personas que gritan no más recortes en presupuesto educativo, lo que gritan en el fondo es un derecho a una educación para la vida cotidiana, que no les sentencie a una resignación de querer las cosas tal y como nos las imponen, por el contrario con esos gritos se pide practicar hoy por hoy el verdadero sentido emancipador y liberador de la educación.
Costa Rica, Honduras, Brasil y Chile son las noticias más recientes, apenas son muestras de que los pueblos no están dispuestos a dejarse arrebatar los derechos conquistados en este continente de esperanza, y la educación no escapa de esto.