Con maletas llenas de sueños, mujeres, niños, jóvenes y adultos de la nación venezolana cruzan a Colombia. Las y los migrantes venden lo que pueden, incluso vulnerando su dignidad, con el ánimo de llegar inicialmente a Bogotá, atravesando el páramo de Berlín, pasando de los de un cálido clima tropical a menos 4 grados de temperatura en una dura travesía.
La solidaridad de organizaciones sociales como el Servicio Jesuita a Refugiados, la diócesis de Cúcuta; UNICEF, ACNUR, Cruz Roja Internacional y algunas personas colombianas y venezolanas, alivia temporalmente el drama de esta diáspora.
Se calcula que al 31 de julio de 2019 cruzaron, principalmente por este paso fronterizo, cerca de 1.261.000 venezolanas y venezolanos han cruzado la frontera. Algunos son migrantes pendulares, es decir, cruzan a diario con la intención de comprar víveres, medicinas, trabajan por temporadas y llevan remesas a su nación. Mientras, otros emprenden el camino hacia diversas ciudades buscando una oportunidad, incluso arriesgando su vida.
Las y los refugiados de la nación venezolana que emprenden la travesía por el continente se exponen a extorsión, tráfico de personas; abusos laborales; exclusión; discriminación e incluso la infancia está en riesgo de apátrida.
Este masivo fenómeno de migración nunca había sido presenciado en la región, por ello el llamado de atención es los gobiernos de los países receptores, quienes deben generar cambios en sus políticas migratorias para dar pronta atención a esta población vulnerable, dando cumplimiento a sus derechos fundamentales.
Una producción por una comunicación que nos hermana con el lema de la Red de reporteros entre parceros y panas, en donde se articulan las emisoras de la red nacional de Radio IRFA de Venezuela y emisoras comunitarias y alternativas de Colombia. Apoyados por Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC) y, Iglesia Evangélica Luterana de los Estados Unidos (ELCA)
Fotografía: Servicio Jesuita de Refugiados