Comunicado de la REPAM sobre la grave situación en la amazonía

Comunicado de la REPAM sobre la grave situación en la amazonía

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En estos días, incendios en la Pan Amazonía han tomado dimensiones de extrema gravedad. Lo sucedido ha provocado reacciones en los más diferentes países del mundo, que a través de sus gobiernos han expresado su preocupación y exigido una reacción de los gobiernos locales.

La Iglesia también ha levantado la voz por la Amazonía a través de sus diferentes organismos. Son varias las notas publicadas en los últimos días por diferentes conferencias episcopales y por parte del propio Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM que integra a todos los obispos de la región, así como por la Vida Religiosa, a través de la Confederación Latinoamericana de Religiosos – CLAR, Cáritas América Latina, Adveniat, CIDSE, Civilta Cattolica, Vatican News, Movimiento Católico Mundial por el Clima y muchas más.

La  Red Eclesial Pan Amazónica – REPAM, es consciente de que “en la actualidad, el cambio climático y el aumento de la intervención humana (deforestación, incendios y cambios en el uso de suelo) están conduciendo la Amazonía hacia un punto de no retorno” (IL 16). Por eso, agradecemos profundamente por la cercanía con la situación crítica en toda la Amazonía, sobre todo en Brasil y Bolivia en estos días con incendios de enorme magnitud,  y de todo el proceso hacia el Sínodo Amazónico, y nos unimos a los diferentes pronunciamientos que en línea con el Magisterio del Papa Francisco  llaman a toda la humanidad para que tomemos conciencia de las graves amenazas de esta situación y para que nos empeñemos en el cuidado de la casa común alzando la voz y encontrando caminos concretos de actuación pacífica, pero firmes, exigiendo que se ponga fin a esta situación.

María, la madre que cuidó a Jesús, ahora cuida con afecto y dolor materno este mundo herido. Así como lloró con el corazón traspasa­do la muerte de Jesús, ahora se compadece del sufrimiento de los pobres crucificados y de las criaturas de este mundo arrasadas por el poder humano” (Laudato Si, 241).

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