Hacia el Buen Convivir: escuchar a las ancestras y ancestros que habitan en nosotros/as

Abuelita_aymara.jpg

Sobre la menstruación y el cuerpo[1]

 “…Nosotros somos como la Pachamama también, por encima, necesitamos agua, para lavarnos, para refrescarnos, para peinar nuestras trenzas, así también adentro tenemos aguas, agua blanca, agua roja. Agua roja, sangre es, por todo el cuerpo hay, camina por todo el cuerpo. En las mujeres se junta más, por eso brota cada mes… hombre y mujer tienen agua blanca, cuando se juntan esas aguas brotan los hijos… La sangre se junta en el vientre de la mujer…después de nueve p’ajsis (lunas) sale la wawa, viene con mucha sangre…El agua sagrada es, nos cría a todos…La sangre también sagrada es, tu siempre has visto como se ch’alla con sangre de llama o alpaca cuando se levanta una casa, es para alimentar la casa…Tienes que respetar las aguas de adentro me dijo mi awichita (abuelita)” (Testimonio recogido por Greta Jiménez)[2].

 

Esta es una forma de explicar la menstruación, su importancia y lo que implica en nuestro cuerpo, el del otro y el territorio, que una mujer aymara puneña narraba recordando a su abuelita.

Muchos/as en Bolivia y toda Latinoamérica tenemos ancestros/as en los Pueblos Indígenas. Podemos sentir el eco de esas voces perdidas en el pasado cercano o lejano, o perdidas en el presente. Pero están latentes en nosotros/as o habla en el/la otro/a próximo/a. En unos esa voz es más fuerte que en otros. También a veces son voces acalladas, sobreviviendo a una historia de dolorosa colonización, todavía persistente, en otras formas.

No se puede olvidar de dónde venimos porque sería como caminar sin ajayu (sin alma), como un árbol sin raíz, perdidos/as como fantasmas. En la cultura aymara una de las características de la migración es que en la mayoría existe una fuerte relación con el lugar de origen por la importancia que se le da a la identidad aymara. “Cuando un individuo pierde el contacto con su comunidad de origen, se llama mulluma (vagabundo) porque es llevado por vientos extraños y destinos desconocidos, Thayan apata. De ahí que el aymara tiene sentido de ser persona (jaqi) en cuanto este se encuentre en constante relación con su comunidad”[3]

Para responder de dónde venimos no parece ser suficiente con mencionar el lugar, añorar, estar sin estar y/o folklorizar. Parece tratarse, más bien, de escuchar a los/as ancestros/as que habitan en nosotras y en el entorno. Este es un desafío grande, porque de alguna manera estamos en permanente riesgo de alejarnos histórica, física y/o espiritualmente de dónde venimos. Tal vez desde la escucha a nuestros ancestros, desde lo constitutivo de nuestro ser; alma, cuerpo, y su historia, podríamos encontrar respuestas a varios problemas que atravesamos (a nivel ecológico, salud integral…), tener mayor fruto en el diálogo intercultural, interreligioso, con nosotros/as mismos/as y con los demás.

A decir de nuestras hermanas mapuche, quichua y maya quiché, hay mucho que redescubrir desde los pueblos originarios, redescubrir por ejemplo qué es eso de ser mujer, pues realmente hay muchas palabras en el beber de ese pozo… que nos ayude a redescubrirnos como mujeres y hombres, que nos ayude a reinterpretarnos como seres complementarios y necesarios en el marco de un buen convivir[4]. Necesitamos escuchar-nos a nosotras mismas y entre nosotros/as. Dice también el Papa Francisco sobre la importancia de la escucha.

Escuchar por ejemplo, en las palabras de la awichita aymara puneña, como ella nos está diciendo que la sangre de la menstruación no es lo sucio, no es lo molesto, no lo incómodo, tampoco es menos importante. Nos está diciendo que no es signo de impureza como, en algún momento de la historia, algunas culturas en su afán de poder explicar aquello que no podían entender, han reafirmado; aportando así en el tiempo a la construcción social de roles y relaciones adversas a las mujeres. Nos está explicando el carácter sagrado de la menstruación por ser agua de adentro que permite nuestra vida y su relación con la posibilidad de generar vida. Nos está explicando que nuestro cuerpo no es una suma de partes aisladas, sino un todo integrado que se comunica entre sí y con nosotras, en este caso, a través del recorrido de la sangre. Pero va más allá; porque en la semejanza que nos plantea, de nuestro cuerpo con la pacha, de las aguas que hay en ella (que son aguas de ríos y aguas subterráneas) y las aguas de adentro de nuestro cuerpo; nos está integrando a ella. Así parece redescubrirse o en algunos casos reafirmarse una concepción de cuerpo como algo integral en sí mismo y con lo/los/las demás.

Desde esa comprensión, resulta más fácil rebatir cualquier forma de sometimiento del cuerpo del/la otro/a a capricho de cualquiera “el otro no es dueño de mi cuerpo, ni yo soy dueña del cuerpo del otro/a”. Como diría una hermana amauta sobre cómo debería ser la relación de hombres y mujeres en un matrimonio “ni reyes, ni esclavas; hay pareja[5].

Escuchar a los/as ancestros/as de los Pueblos Originarios que habitan en nosotras – nosotros, en las y los demás, en lo demás, nos puede mostrar otras formas de ver y vivir la relación con nosotras/os mismas/os, con los demás, con Dios y la creación. Saber y sentir que nuestras formas de fe no están reñidas, sino profundizadas- enriquecidas mutuamenteQue el Verbo no solo es semilla en los Pueblos Originarios, sino más de las veces, puede ser un enorme árbol. Que no hay por qué seguir sufriendo, ni hacer sufrir a nadie. Sentir con ternura las pinceladas que hacen a aquellas relaciones, como ese pequeño gran detalle de las aguas de adentro, blancas y rojas, que recorren por nosotras y nosotros. Sentir nuestro cuerpo integrado a un todo, haciéndonos así hermanos y hermanas con los/as demás y toda la creación, y, en todo ello, sentir el inmenso amor de Dios Padre- Madre.

Maria Luisa Urrelo V.
Miembro del equipo de Jesuitas Bolivia

-------------------------------------------

[1] Basado en: 1. Reflexiones del Equipo de Reflexión de Culturas y Religiones Indígenas de América Latina (ERCRILA)- RSAI. Compañía de Jesús LAC. 2. “La mujer en la Iglesia- Reflexión desde la lectura de la hemorroisa Mc 5,25-34” María Luisa Urrelo V. CVX Magis 5. 2017.
[2] Greta Jiménez Sardón. Rituales de vida en la cosmovisión andina.  Plural. Bolivia. 2ª ed.2003
[3] Carlos Intipampa, citado por Vicenta Mamani en: Mujer aymara migrante- hermana: ponte derecha y anda. Verbo divino. Bolivia. 2007.
[4] Reflexiones del grupo de mujeres RSAI. Taller virtual RSAI: Aporte al proceso de escucha de la Asamblea Eclesial LAC. Junio 2021.
[5] Marcela Quisbert (Amauta invitada). Las Cara de llama. Programa 7: el machismo antes, durante y después de la pandemia. 26 de abril de 2021. Disponible en:  https://www.facebook.com/jichha/videos/762441957808204/

Ejes temáticos